Varios autores citados en Amiel y Reeves (2008) proponen, como posible marco para la investigación en educación, el enfoque IBD, especialmente cuando está involucrado el campo de las tecnologías, ya que el conocimiento allí generado, está íntimamente ligado a la práctica.
La IBD, como destacan De Benito & Salinas (2016), es una metodología que supone que en todo el ciclo de diseño participen mano a mano los docentes y los expertos en aras de revisar y reformular en forma recursiva el proceso. Esta modalidad de trabajo alienta la capacidad reflexiva sobre la práctica, y es de un carácter altamente participativo lo que implica la formación de un equipo capaz de colaborar desde variadas perspectivas, en este caso el equipo está integrado por expertos en tecnología, docentes y particularmente por estudiantes. Recoger y sistematizar la visión de los estudiantes (Rinaudo y Donolo, 2010), permite obtener aportes sustanciales para ajustar y mejorar los dispositivos pedagógicos diseñados y agrega coherencia a la investigación.
Uno de los logros de haber aplicado la IBD y que alienta al equipo a seguir profundizando en el enfoque, fue generar un territorio de encuentros en forma de diferentes escenarios que resultaron propicios para la creatividad y la producción, donde se habilitó la distribución de saberes.
¿Cómo son los territorios de encuentro generados a partir del enfoque IBD?
¿Cómo vivencian los docentes y los estudiantes los roles desempeñados?
¿Es el enfoque de IBD un marco metodológico relevante para la formación docente en la enseñanza técnica y tecnológica?
¿Qué perspectivas aportan los participantes involucrados?